20121219

Si, si, felices fiestas.



Escribir, escribir, escribir.

He ahí la cuestión.
Me pagan por pensar y escribir. Dicho así, creerían que soy una iluminada o gurú con dominio sobrenatural sobre sus propios pensamientos. Aunque en realidad no soy más que una empleada que vive de su escritura creativa porque así lo quiso y así le fue. Pero desde hace unos años, eso no alcanza. No alcanza para vivir (no hablaré aquí del contexto argentino en el que nos encontramos desde hace unos años) como tampoco alcanza para alimentar mi espíritu. Lo interesante de esto, es que no me di cuenta recién, sino desde hace varios años; y se acentuó con la muerte de mi papá, hace casi dos. Ese “darme cuenta” lo que hizo fue impulsarme a reconocer dentro de lo que hacía, lo que ya no me daba gracia o placer y encarar clínicamente, -como si me hubieran diagnosticado una enfermedad- el alivio de ese malestar y, de ser posible, su erradicación. Nada inmediato ni milagroso, por cierto.
Por ese lado, puedo decir que hubo un avance.

Un avance leeeeeentoooo.

Y así, otro año se me va. Se me va de las manos y a dos días del publicitado fin del mundo y (superada esa fantasiosa instancia) a dos semanas de finalizar el año, me encuentro haciendo el balance y proponiéndome hacer todo lo que no hice, en el año que se inicia. Casi, como cada año desde que tengo uso de razón.
Ayer, cuando planificaba en grupo algo a futuro, dije como siempre:

“aunque no sé si voy a estar haciendo esto dentro de 6 meses”

y, por primera vez en muchos años, alguien me dijo la cruel verdad:

“es lo que te escucho decir hace años y seguís haciendo lo mismo, por ende, es probable que lo sigas haciendo”.

Cortamambo. Cross. Cachetada. El mismo efecto que provocaba el “gallina” en Mc Fly. Pero…

Proyectando.

A diferencia del año pasado (o sea, de la proyección de este año a fines del año pasado), en este momento me encuentro con cosas entre manos. Y esas cosas son las que no quiero que se me vayan. Porque con ese tratamiento de la afección logré abrir una puerta muy pesada y algo vislumbré. Ahora quiero ver más.
Lo interesante de tener varias ideas y/o proyectos en simultáneo entre manos, permite tener más opciones para concretar al menos un objetivo. Lo malo, es que se divide el foco entre cada una de esas ideas/proyectos. Por ende, la energía se dispersa. Pero, ¿cómo saber a cuál darle mayor importancia? Y vuelvo al inicio.

Escribir, escribir, escribir.

Cualquiera sea el proyecto como primera medida, hay que escribirlo. Plasmarlo en papel (real o virtual) obliga a pensar y repensar el proyecto hasta darle una forma concreta y encarar su próximo paso.
Y para escribir, nada mejor que:

Estar inspirado.

Este año golpeó duro. Muy duro. Otra vez la muerte cercana me dejó en la lona. Pero también me sirvió para darme cuenta que tengo pilas para rato. No me puedo dar por vencida. No puedo permitirme sentir que no tengo recursos cuando veo lo que logran quienes menos tienen. No puedo permitirme estar mal después de ver cuánto luchan quienes desean seguir viviendo. Lo hacen hasta el último suspiro.
Y como saben, a mi me inspira y reanima viajar. Tomar distancia. Mirar, conocer, observar. Aquellas cosas y costumbres que no me son habituales, son las que me permiten ver más allá.

Así terminaré este año. Así comenzaré el próximo.

Y en estos tiempos de saludos, encuentros festivos, brindis y deseos, tener cosas entre manos, despedir el año viajando en familia y haber abierto una puerta nueva, es motivo de felicidad.

Si, si, felicidad.

Si, si, ¡felices Fiestas!


20121027

Y pintó un cuento...


Serie Mares.
......................

"Jugaba a las escondidas en el medio del Océano. Podía estar largos minutos sumergido sintiéndose parte de ese mundo donde el azul no se decidía a ser celeste, blanco o transparente. Sólo el rojo de la quilla interrumpía imponente el vaivén de las olas, anunciando el paso de la embarcación que lo llevaría a conocer esas pequeñas chinches en un mapa de su niñez. Anastacio se llamaba el velero. Heredado de su padre con el nombre de su abuelo."



Mares 1/2012
Arte y redacción: Mariana Hernández
....

20120909

Addicted to site


Este año, a mi larga lista de excusas para no hacer lo que siempre soñé hacer, en marzo (el 26, para ser más exacta) se sumó Pinterest. Ese sitio donde uno "pincha" cosas que le gusta o que quiere recordar, en un tablero virtual, armado según el propio gusto. Las temáticas son todas las que a uno se le ocurran, que no ofendan a los demás, desde ya. Y la consigna es "pinear" fotos estéticamente atractivas. No todos lo recuerdan. Lo que prendió en mí sobre este sitio fue la propuesta visual y la diversidad de temas de mi interés. Cuando apenas salió el sitio (al cual llegué no recuerdo cómo ya que ninguno de mis amigos lo conocía) leí que era una red social pensada más para mujeres. No me sentí identificada por la parte de recetas y cocina (aunque de a poco me fue ganando...) pero sí por la moda, el arte y el diseño. "¡Es como tener todas las mañanas al diariero con una revista nueva en la puerta de tu casa!", les decía a mis amigos con insistencia para que se insertaran en esa nueva red social. Asombroso.
En los últimos años, ese asombro por las cosas que encuentro en la web ha ido en un notable aumento, al punto que no hay mañana que no encienda mi PC (no tengo Mac en casa...) y navegue partiendo de un mismo punto (el sitio del clima primero, luego mis casillas personales) y comience a enlazar un sitio con otro, según por donde me lleve mi curiosidad o necesidad, hasta llegar al punto de mirar la hora, salir corriendo a arreglarme, tomar el transporte de rutina e ir a trabajar.

Una vez, en la combi, tuve este diálogo con el chofer, joven, muy joven, de apenas unos 30 años:

Yo: Jeri, ¿cuándo van a poner wifi en la combi?
Chofer: ¿Para qué querés wifi acá?
Yo: Para chequear mails, navegar...
Chofer: ¿Y para qué querés navegar y chequear mails?
Yo: Para no sentir que todos los días de mi vida, pierdo una hora a la ida y una hora a la vuelta.
Chofer: ¿No pensaste en leer un libro, escribir, dormir, charlar, tomar mate con nosotros, mirar por la ventana, contar autos de colores o pensar? ¡Mirá si tenés cosas para hacer!
Yo: O sea, no tienen pensado poner wifi.
Chofer: No.
Yo: Ok.

Llegada a la oficina, el ritual es más o menos el mismo pero aquí la ruta para navegar siempre comienza por la consigna del trabajo. Me informo, investigo, busco inspiración y una vez más la curiosidad me lleva por lugares impensados y descubro cosas que no recuerdo cómo las descubrí. La dependencia resulta tan deliciosamente grande, que todo momento en que se cuelga la red en la empresa o se corta el servicio en casa, luego de unos minutos infructuosos en que pruebo y compruebo, una y otra vez, que "no hay internet", surge la temible pregunta: y ahora, ¿qué hago?

Mil cosas. Todo se puede hacer cuando no hay internet. Todo lo que vengo postergando desde los años en que no había internet y las excusas eran otras. Todos los sueños, todo lo bueno, todo lo saludable, todo lo temido, todo lo que te hace mejor persona, todo lo que te hace mejor, sentir mejor. Todo.

Esta mañana con mi rutina de siempre, aun siendo domingo, pasé por Pinterest, pinché varias cosas y me topé con este cartel rojo, atractivo, desafiante y claro: dejá de pinchar y hacé cosas. Y no sólo lo pinché en mi tablero "Cosas para hacer" sino que lo guardé en mis imágenes y lo posteé en mi blog, por el que me puse a escribir sobre cómo internet se ha vuelto una clase de adicción en mi vida.


Dicho esto y viendo el post, no me queda más que despedirme de aquí por el momento.
Sepan disculparme. Tengo muchas cosas que hacer hoy.


¡Feliz domingo!

20120624

20120527

Cuentos al cuadrado






20120520

No sabía que tejías: Piezas únicas como vos

No sabía que tejías: Piezas únicas como vos: Orfebrería Pequeñas piezas únicas en alpaca con detalles de cobre y piedras naturales, de sencillas y clásicas técnicas de orfebre . ...

De esto hablaba un poco en el post anterior. Las manos de mi mamá siempre fueron sorprendentes y maravillosas pero esta vez me deslumbró con esta pieza de orfebrería. Me parece tan bella que la miro y admiro y vuelvo una y otra vez a la foto que le saqué cuando preparamos la feria para nuestras amigas. Todas la elogiaron extasiadas y admiraron esta faceta nueva de su amiga pero nadie se la llevó y en secreto, creo que no lo hicieron porque sabían que yo la quería para mi. Mmmm, no es negocio para mi mamá, lo entiendo, pero creo que las piezas encuentran a sus dueños y así como otras piezas de orfebrería que hizo ese día se fueron con sus nuevos dueños, ésta espera en casa... habrá que ver si elige irse o quedarse. Yo tengo un buen lugar para cobijarla: en mi pecho... o mi corazón.