Imposible año. Imposible no dejarlo en el recuerdo. Imposible no decirle adiós.
Las veces que dije te amo en voz alta, en silencio, mirando al cielo, apretando el pecho, son ya incontables. Cruzada la instancia de permitir aflorar el sentimiento, difícil es volver atrás. Las cosas se resignifican. Hay una voluntad expresa y sincera de decir abiertamente cuánto amé a ese ser bondadoso y cuánto lo extraño. La familia es el núcleo más concreto, más tangible que el propio aire que respiro. Se reordenan los protagonistas, se advierten nuevas luces y me vuelvo a ubicar en el mundo.
Miro. Pienso. Lloro. Río. Imagino. Recuerdo. Y te veo... en la llama encendida cada noche.
Sé que nunca te irás aunque te diga adiós.
Adiós 2011.