20120909

Addicted to site


Este año, a mi larga lista de excusas para no hacer lo que siempre soñé hacer, en marzo (el 26, para ser más exacta) se sumó Pinterest. Ese sitio donde uno "pincha" cosas que le gusta o que quiere recordar, en un tablero virtual, armado según el propio gusto. Las temáticas son todas las que a uno se le ocurran, que no ofendan a los demás, desde ya. Y la consigna es "pinear" fotos estéticamente atractivas. No todos lo recuerdan. Lo que prendió en mí sobre este sitio fue la propuesta visual y la diversidad de temas de mi interés. Cuando apenas salió el sitio (al cual llegué no recuerdo cómo ya que ninguno de mis amigos lo conocía) leí que era una red social pensada más para mujeres. No me sentí identificada por la parte de recetas y cocina (aunque de a poco me fue ganando...) pero sí por la moda, el arte y el diseño. "¡Es como tener todas las mañanas al diariero con una revista nueva en la puerta de tu casa!", les decía a mis amigos con insistencia para que se insertaran en esa nueva red social. Asombroso.
En los últimos años, ese asombro por las cosas que encuentro en la web ha ido en un notable aumento, al punto que no hay mañana que no encienda mi PC (no tengo Mac en casa...) y navegue partiendo de un mismo punto (el sitio del clima primero, luego mis casillas personales) y comience a enlazar un sitio con otro, según por donde me lleve mi curiosidad o necesidad, hasta llegar al punto de mirar la hora, salir corriendo a arreglarme, tomar el transporte de rutina e ir a trabajar.

Una vez, en la combi, tuve este diálogo con el chofer, joven, muy joven, de apenas unos 30 años:

Yo: Jeri, ¿cuándo van a poner wifi en la combi?
Chofer: ¿Para qué querés wifi acá?
Yo: Para chequear mails, navegar...
Chofer: ¿Y para qué querés navegar y chequear mails?
Yo: Para no sentir que todos los días de mi vida, pierdo una hora a la ida y una hora a la vuelta.
Chofer: ¿No pensaste en leer un libro, escribir, dormir, charlar, tomar mate con nosotros, mirar por la ventana, contar autos de colores o pensar? ¡Mirá si tenés cosas para hacer!
Yo: O sea, no tienen pensado poner wifi.
Chofer: No.
Yo: Ok.

Llegada a la oficina, el ritual es más o menos el mismo pero aquí la ruta para navegar siempre comienza por la consigna del trabajo. Me informo, investigo, busco inspiración y una vez más la curiosidad me lleva por lugares impensados y descubro cosas que no recuerdo cómo las descubrí. La dependencia resulta tan deliciosamente grande, que todo momento en que se cuelga la red en la empresa o se corta el servicio en casa, luego de unos minutos infructuosos en que pruebo y compruebo, una y otra vez, que "no hay internet", surge la temible pregunta: y ahora, ¿qué hago?

Mil cosas. Todo se puede hacer cuando no hay internet. Todo lo que vengo postergando desde los años en que no había internet y las excusas eran otras. Todos los sueños, todo lo bueno, todo lo saludable, todo lo temido, todo lo que te hace mejor persona, todo lo que te hace mejor, sentir mejor. Todo.

Esta mañana con mi rutina de siempre, aun siendo domingo, pasé por Pinterest, pinché varias cosas y me topé con este cartel rojo, atractivo, desafiante y claro: dejá de pinchar y hacé cosas. Y no sólo lo pinché en mi tablero "Cosas para hacer" sino que lo guardé en mis imágenes y lo posteé en mi blog, por el que me puse a escribir sobre cómo internet se ha vuelto una clase de adicción en mi vida.


Dicho esto y viendo el post, no me queda más que despedirme de aquí por el momento.
Sepan disculparme. Tengo muchas cosas que hacer hoy.


¡Feliz domingo!